¿Conoces nuestro “Taller del Cuento” para aprender a escribir y contar cuentos de alto nivel?
Queremos mostrarte algún ejemplo del anterior curso, a ver qué te parecen.
Hicimos muchas dinámicas, una de ellas consistía en crear un cuento donde proponíamos la primera frase: “A los catorce años enmudeció de rabia al descubrir que sus calcetines estaban llenos de tristeza”. A partir de ahí María José Delgado Nicolás escribió:
<<…Pensaba que eran calcetines felices, ya que ninguno había huido nunca por el agujero infinito y misterioso de la lavadora. Pero se ve que el no huir no era sinónimo de felicidad.
Quizá el secreto era que querían pisar otros lugares. Claro, él tenía sólo catorce años pero sus calcetines ya sabían de la vida…
Nacieron en una plantación de algodón de un pequeño pueblo perdido por ahí. Viajaron en bolitas blancas y esponjosas hasta la fábrica “Calcetines Martínez”, donde los formaron y pintaron de muchos colores. Y poco después llegaron a su cajón y desde entonces ya sólo pasearon de un lado para otro de esa ciudad.
“¡Ya está!, las próximas vacaciones vamos al pueblo perdido por ahí y los dejo un ratito al sol en el campo en el que nacieron”.
Y así lo hizo, y fue como se transformaron en unos felices “Calcetines Martínez”. >>
En otra dinámica usamos las cartas Dixit, tan populares y eficaces, y esto escribió Elena Sánchez Hernández:
<<Mateo resopla con cierto desánimo. No conseguirá aprenderse todos esos nombres. Memoriza dos, tres…Venus, Marte, Mercurio…Tierra, aunque este último no cuenta, ese siempre se lo sabe. Cuando va por el cuarto se vuelve a despistar, esta vez es con la goma de borrar.
— ¡Mateo! —exclama su padre— ¿estás estudiando?
Mateo lo vuelve a intentar. Urano, Neptuno y…Venus. ¿Cuál es el que está más lejos del sol? Repite en voz alta los nombres de los planetas que componen el sistema solar mientras abre y cierra el cajón de su mesa de estudio. Las canicas que guarda dentro empiezan a rodar por el interior. Mateo las saca. Por un momento, su canica naranja le recuerda a Marte. ¿Y si ellas fueran los planetas del sistema solar? Mateo aparta el libro y trata de simular sobre su mesa de estudio un sistema solar formado por canicas de colores. Enseguida comprueba que las canicas, al igual que algunas ideas en su cabeza, no permanecen quietas mucho tiempo y se apartan del lugar en el que se las trata de colocar. ¡Así no!, regaña Mateo a sus canicas que rebeldes e indisciplinadas se apartan de la órbita planetaria marcada y acaban cayendo sobre el suelo de la habitación.
—¡Mateo! —grita su padre— ¿es qué no piensas estudiar?
—Lo estaba haciendo —replica Mateo, al tiempo que corre por la habitación dispuesto a detener el movimiento desorbitado de las canicas. ¡Así no! ¡Así no hay sistema solar que consiga marchar correctamente! Mateo guarda las canicas en el cajón y sobre una hoja en blanco intenta trazar las órbitas imaginarias por las que se desplazan cada uno de los planetas del sistema solar.>>