Érase Tu Vez: Al encuentro del pasado con mirada de cuento (II)
¿ESTE CURSO, PARA QUÉ?
El curso supone tomar conciencia del cierre de un ciclo vital –el que sea, siempre estamos entrando y saliendo de alguno— porque vivimos inmersos en los ciclos que marcan, con la cadencia de un reloj de arena, nuestro paso por la vida (el inicio del cole, el primer amor, el primer trabajo, la independencia de la familia, el primer desamor, alguna muerte de un ser querido, una separación…). Y cuando estamos en el curso nos damos cuenta que esos ciclos eran necesarios, importantes, y nos han hecho ser como somos. Y en el taller, al tomar conciencia de esto, podemos hacer el duelo que haya quedado pendiente y cerrar el ciclo. El observar tu vida desde esta perspectiva te permite poner distancia al dolor y tener más amplitud en la mirada, observas tu propia actitud, algo a lo que no estamos acostumbrados, ya que es difícil ver el mar si estamos dentro del agua. Virginia, asistente a uno de los talleres, resumía así su experiencia:
<<Ha sido una toma de conciencia con el pasado y con algunas cosas que muchas veces no quieres que salgan, pero que se empeñan en salir. Todo lo que me había hecho daño en mi infancia y ahora, en la edad adulta, lo he transformado en el cuento como cosas positivas porque soy yo la que decide como quiero sentirme y como quiero vivir.>>
María José también nos contaba su experiencia de esta forma: << Como mi vida ha sido larga y caótica, el taller me ayudó a encontrar el hilo conductor que conectara mi presente con ciertos acontecimientos clave de mi existencia que señalaban un camino y reafirmaban mis aspiraciones del presente. Supuso encontrar un espacio donde almas afines me permitían expresar me libremente. El taller me aportó mucha seguridad o fuerza interior que no me han abandonado y me han hecho cumplir con éxito e inspiración mis tareas y proyectos a pesar de los obstáculos de todo tipo que podían haberme desanimado en otro nivel de conciencia.>>
Y la reflexión de Irene, otra participante del taller: <<[Ha supuesto] una increíble reflexión sobre mi vida, dándome la posibilidad de observarme desde fuera… como a vista de pájaro, de manera que dejas a un lado la autocrítica y te conviertes en una observadora, pudiendo conectar conmigo, con mi ser, con mi esencia… Me he convertido en una exploradoraobservadora, puedo ver las cosas con curiosidad, sin sufrimiento. Diría que he ganado seguridad en mí misma, supero las cosas con mayor facilidad. Ciertos problemas de ansiedad y pánico han disminuido notablemente y he recuperado la ilusión y ganas de vivir.>>
Es evidente que poder comprender que nuestra vida forma parte de un ciclo común nos hace fuertes y cierra el ciclo o los ciclos que hayan quedado abiertos.
El modelo del viaje del héroe nos sirve de guía en este viaje sin final, pues siempre hay un nuevo comienzo en espiral ascendente. Al comprender que la vida que has vivido es la mejor de las vidas que podías vivir estableces un pacto con tu alma, con tu ser interior, que te da sentido y razón para seguir apostando por la entrega al proceso que te ha tocado vivir, más allá de tu comprensión. Los mitos y los cuentos son narraciones que dan ejemplo de cómo se hace el viaje, de cómo nuestra vida tiene un sentido más allá de lo que nos contamos fruto de nuestras vivencias y que han sido establecidas por los mandatos de las personas que necesitamos que nos quieran. Cuando conectamos con ese ser a través de la narración del cuento, comenzamos a dar forma a lo que en principio nos parecía informe, oscuro y definitivo y es que una vida vivida nunca es definitiva, ni oscura, es necesaria y verdadera, solo de nuestra comprensión del proceso dependerá la aceptación de cada acto que nos ha construido hasta el momento.
¿QUÉ OCURRE EN EL CURSO?
Cuando comienza el curso nos fijamos mucho en los detalles que nos van a mostrar cuando estamos dentro del espacio de la metáfora, del medio arquetípico y estos detalles se muestran con las sincronicidades que ocurren, esas “casualidades” que van más allá de la simple coincidencia y que revelan el hilo invisible que nos une a todos, la sabia conexión de la vida. Cambian algunas leyes físicas –puede hacer mucho calor de golpe, o mucho frío, sin causa aparente— y se instaura un tiempo de carácter mítico, donde la magia –entendida como pauta de existencia, no como fantasía de huida— se hace evidente en la sonrisa y el bienestar del momento. En esos instantes creativos afluyen del inconsciente de cada cual los recuerdos necesarios para comprender que un ciclo se cierra y otro comienza, que la vida que se ha vivido hasta ese momento ha tenido sentido, sea cual sea la experiencia. La realidad se impone como un patrón perfectamente establecido y comprendemos, sin pensamiento que lo juzgue, que cualquier vida pasada fue lo que tenía que ser y no como un juego de palabras, sino como una verdad que se comprende inmutable y verdadera. Decía Javier, músico de profesión y asistente al curso: <<El hecho de escribir el cuento y todo el trabajo que hicimos en el taller me ayudó a corroborar que muchos de los episodios, etapas (muy duras y largas alguna de ellas), encuentros “casuales” que han acontecido en mi vida, vistos con perspectiva parece que han ido dirigidos por una mano invisible hacia un mismo fin. Quizás no solo lo parece y realmente sea así. Sea apariencia o realidad, algo me encaja en lo profundo.>>
Lo que ocurre en todo este proceso es tan real como eso que entendemos por realidad consensuada y que intentamos describir como acontecimientos secuenciales que nuestros cinco sentidos nos muestran. El espacio que habitamos en ese momento está colmado de luz, amor y comprensión. Y es un espacio donde coexisten ambos, se encuentran superpuestos, disolviéndose uno en el otro y pudiendo ser experimentados a la vez. Se pasa de uno al otro con libertad y sin pensamiento que lo provoque y no hay confusión ni zozobra, nos hace rendirnos a lo inefable de la existencia, a la necesaria aceptación del Misterio que marca nuestro caminar. Javier también nos contó: <<Para mí el taller supuso (en pasado) una oportunidad de repasar mi biografía y elegir lo más relevante, y está suponiendo (en presente) dedicar más atención y tener más consciencia de lo que de alguna manera he venido a hacer aquí, a esta vida concreta, que en mi caso está relacionado con el lenguaje de la música, un lenguaje que aunque precisa del tiempo cronos para poder producirse y desarrollarse, su mensaje es atemporal, trasciende lo humano (para mí es algo divino) y a la vez está impregnado de toda la humanidad de todos los tiempos y del más inmediato presente, y así cada vez.
De alguna manera el taller me ha ayudado a darme cuenta de la importancia que la música tiene y ha tenido para mí desde que era niño, y de que hay algo que me dice (con más claridad en estos días) que siga trabajando sobre ello y que no me preocupe de la finalidad, si es que hubiera alguna. Simplemente, caminar mi senda.>>
Supone rozar la transcendencia, esa conexión con lo sagrado de la existencia que va más allá de una religiosidad establecida. Y al comprender, bajo el modelo de “El viaje del héroe”, que todo tiene un sentido, nuestra vida adquiere una dimensión más allá de los hechos y nos rendimos a la evidencia de la verdad, que no es otra que la magnificencia de la Creación expresada hasta en la más mínima circunstancia.
Y ahí viven los cuentos y por eso nos gustan tanto, porque dan expresión a nuestro deambular; desde ese lugar contamos nuestra vida –si necesitamos contarla— cuando vamos a abandonar nuestro cuerpo en ese proceso que llamamos muerte; o cuando hacemos música, arte o respiramos una bella puesta de sol. Es la antesala de la transcendencia, una espiritualidad sin religión, un estado del ser que nos recuerda de dónde venimos y nos sugiere a dónde vamos. Hay un concepto sagrado en la forma de dirigirnos a lo que nos rodea, sagrado en tanto muestra de un misterio que no alcanzamos a comprender pero que hemos de aceptar sin reservas y con la entrega y humildad de quien está ante algo que le trasciende y que es necesario conocer –o no conocer, ya no depende de nosotros, sino de nuestros merecimientos entendidos como posibilidades.