Juan Pedro Romera, creador y director de Espacio para Contar
Tengo 61 años. Nací y vivo en Murcia. Licenciado en Geografía e Historia, me he dedicado al teatro. Casado, tenemos un hijo y hasta la fecha hemos acogido a 17 niños, ahora mismo tenemos uno de tres meses. A la política le falta conexión con lo humano. Creo en la vida, en la trascendencia y en el silencio.
Los cuentos son herramientas, monumentos literarios creados por la humanidad para la transmisión de conocimiento.
¿Nos enseñan a vivir?
Cuentos y mitos son un cuaderno de bitácora de cómo vivir. Y poseen la capacidad de entretener a nuestra mente, siempre juzgante, para colar por la puerta de atrás, con el lenguaje de los símbolos, la enseñanza que necesitamos para construir nuestra vida.
¿Los cuentos son una brújula?
Sí, son metáforas de cuestiones esenciales de la vida. No hay cultura sin sus mitos y sus cuentos: la humanidad entera viaja hacia un mismo lugar pero con mapas diferentes.
¿Cuál es ese lugar?
Volver a la fuente, a casa, como el héroe. Cuando entras en el silencio, es decir, cuando conectas contigo, cuando dejas de hacer interpretaciones de lo que ves y lo que oyes, conectas realmente con el exterior y comprendes que todo tiene un sentido, que la vida es un tapiz sagrado.
Está hablando de trascendencia.
Sí, porque la trascendencia es la conexión con la vida, y la trama de la vida es sutil, la ves en la poesía, en la belleza, en la comprensión del otro, en la naturaleza… Creo que los niños son los que están más cerca de la trascendencia.
¿Por qué viven en el presente?
Sí, y por que tienen una mirada franca. Cuando nos hacemos mayores hablamos desde la máscara. Mi trabajo consiste en despojar de esa máscara para que aflore la esencia de la persona, porque creo que en esa esencia está lo mejor de cada uno de nosotros.
¿Haciendo de cada vida un cuento?
Recordar nuestro pasado es fabular, un mismo recuerdo infantil contado por dos hermanos es distinto. Ante situaciones del presente nuestro cerebro recuerda y aplica la reacción del pasado.
No siempre útil o positiva.
Según Joseph Campbell, que dedicó su vida a estudiar los hilos que unen la mitología de las diversas culturas, la estructura de nuestra psique es mítica. Cuando comprendemos el proceso del viaje del héroe y lo aplicamos en nuestra vida nos damos cuenta que nosotros también somos héroes.
¿Y usted propone reescribir la propia historia bajo esa luz?
La vida son ciclos: la niñez, la adolescencia, el primer amor, la separación, la muerte…, reescribir tu historia desde el punto de vista del viaje del héroe te permite darle sentido al dolor.
¿Cuál es su cuento?
Llegué al teatro porque me fascinaban los títeres, escribí y dirigí más de 30 obras de teatro infantil para compañías profesionales y en 1999 creé con una amiga el proyecto PupaClown (payasos de hospital), y ahí cambió todo.
¿Por qué?
Trabajar para niños enfermos obliga a buscar el propio dolor, y así descubrí mi niño herido. Sin conectar con tu propio dolor no puedes entender el dolor del otro ni sostenerlo.
Eso es la empatía.
Muchos de los niños que mi mujer y yo hemos acogido vienen con mucho dolor, un dolor que no puedes arrancarles, lo único que puedes hacer es acompañarlos, sostenerles con mucho amor para que puedan seguir avanzando.
Ahora sus talleres son para adultos.
Joseph Campbell se dio cuenta de que nuestra vida es un viaje circular como lo es el del héroe, que sale de su comunidad, vive una serie de experiencias y vuelve a su comunidad. Pero se trata de un viaje en espiral.
¿A qué se refiere?
Vamos pasando por los mismos dilemas pero cada vez en un plano superior, y seguimos aprendiendo para llegar al final en paz.
¿Cómo acaba el proceso?
Una vez la persona ha integrado el lenguaje de la metáfora y la fantasía escribe su vida como si fuera un cuento de hadas, que luego se va puliendo y, finalmente, se publica en un libro colectivo, y eso es como acabar un proceso.
Hoy los símbolos, ¿han cambiado?
Se han ido transformando, porque los mitos clásicos ya no tienen cabida en la sociedad actual occidental, pero el ser humano sigue necesitándolos. Y me he dado cuenta que los cuentos que escriben mis alumnos son mitos contemporáneos que sirven a otras personas.
¿Por qué considera que los mitos clásicos ya no tienen cabida?
Porque el individualismo y la tecnología nos ha ido apartando de nosotros mismos, nos han creado una falsa identidad, nos han alejado de ese respirar juntos que seguimos anhelando.
Quizá ahora lo hagamos por WhatsApp.
El lenguaje no verbal es el 95% de la comunicación, y eso requiere estar con el otro y, sin hacer, y sin hablar, estar sintiendo.
Aquí quieren eliminar el cuento de Caperucita Roja porque lo consideran sexista.
Es una barbaridad, parece un chiste, es no entender el lenguaje que utilizan los cuentos ni cómo lo comprenden los niños. Además, todos los cuentos tradicionales tenían su versión masculina y femenina, pero los intereses de una determinada élite eliminó las versiones que no le interesaba reforzando los estereotipos que ellos defendían.
Caperucita es mezcla de varios cuentos.
Los cuentos siempre ofrecen salidas, es una gimnasia emocional, dan soluciones a la psique de los niños. El dolor te enseña a mirar el mundo desde otra perspectiva necesaria.
Fuente: La Contra de la Vanguardia